La vida no tiene nada que ver con lo que nos enseñaron.

Recién cumplí 40.
Sí, ya soy viejo. O al menos así me he sentido.
Pero esta historia no se trata de mi edad, sino de cómo la vida, hasta ahora, no se parece en nada a lo que nos enseñaron.
Y es que, tal vez, no nos enseñaron nada.
Mis padres intentaron darme un camino, claro. Pero en ninguno de esos caminos venía incluido pagar impuestos, comprar café para el jefe, quedarme después de las 6 p.m., o terminar en algún lugar remoto, enfiestado y perdido.
Aunque bueno, mi vida no se ha resumido solo en eso.
Podría dividirla en varios capítulos que hoy describiría como “el camino perfecto para dejar de ser un idiota”.
Y mientras recorría ese camino, me di cuenta de que no tenía las herramientas para enfrentarme a casi nada.
Solo un cerebro fresco y mucha ambición.
Nunca me ha gustado decir “echarle ganas”, así que voy a evitar esa frase.
Porque no, no solo quería intentarlo…
Quería forrarme de plata, pavos, billete. A como diera lugar.
Eso me llevó por varios caminos, y conocí a muchas personas que fueron un verdadero regalo divino.
(Pero espera, me estoy desviando…)
Lo que quiero contarte es por qué pienso que la vida no es nada de lo que nos dijeron. Y te voy a contar un poco de lo que he descubierto.
Descubrí:
- Que la vida es 90% suerte y 10% esfuerzo. (Guarda esto, lo veremos después).
- Que no gana más el que más trabaja, sino el que mejor juega sus cartas. Y, a veces, esas cartas son: lamer botas, comprar café o simplemente existir por 12 horas en un rincón donde te vean que estás.
- Que las oficinas son lugares tóxicos, pero que en esa toxicidad compartida se forman relaciones.
Ojo: relaciones, no amigos. Los amigos se hacen en la escuela y en tu calle. - Que programar es fácil (soy ingeniero).
Lo difícil es el usuario. - Que las deudas te devoran por dentro. Te roban el espíritu.
- Que un carro nuevo, de agencia y a crédito, no es un lujo:
es una sentencia de muerte financiera. Y una hipoteca, mucho peor. - Que ahorrar es difícil. Pero más difícil es no tener dinero.
- Que invertir es la única forma real de salir de la pobreza.
- Que el dinero no es para gastarlo indiscriminadamente.
El dinero es para ganar más dinero que te compre tiempo. - Que invertir no es fácil, y que invertir a veces se siente como estar en un casino enorme. Pero el riesgo paga, y ese mismo riesgo implica ganar y perder. A veces se pierde, y se pierde mucho. Durante mucho tiempo.
- Que la suerte lo es todo.
Pero para tener suerte, necesitas llegar a un punto donde la suerte ya no te importe tanto.
Y eso, sí, requiere un esfuerzo extraordinario. - Que tu jefe te odia en secreto. Pero te necesita. Al menos mientras no pueda reemplazarte.
- Que eres reemplazable.
Y eso está bien.
¿Quién quiere pasar toda su vida en el mismo lugar, haciendo la misma estupidez? - Que el alcohol es de las peores cosas que te pueden pasar.
Es la forma más efectiva de arruinar tu juventud, tus finanzas y tus relaciones (de todo tipo).
Pero también, contradictoriamente, puede ser una escalera para subir en la jerarquía corporativa,a costa de tu salud mental y física. - Que formar una familia (esposa, hijos, perro, gatos) es, para mí, la mejor forma de darle sentido a la vida.
- Que, como hombre, tener mi propia familia es uno de mis mayores logros y que también es el proyecto más importante y duradero que voy a tener.
- Que el camino hacia todas estas conclusiones es único.
No son las mismas para todos.
Esta es la vida que yo descubrí.
Tu ruta es totalmente diferente.
Y eso está bien. No me imagino cómo podría no ser así. - Que nadie debería comparar su vida con la de nadie. Cada camino es único.
- Que el mundo es caos. Y podría decir que es corrosivo.
Y que, si no te haces de una capa lo suficientemente fuerte, el mundo te va a corroer. - Que la vida puede ser grandiosa. Pero no para todos.
- Y que, definitivamente, la vida no es lo que nos enseñaron.