El tiempo que nunca vas a recuperar (y lo llamamos dinero)

Dinero y tiempo

Hoy vamos a hablar de algo que, de entrada, puede sonar trillado. Especialmente porque es el tema favorito de gurús e influencers de finanzas personales.

Sí, ese combo: dinero y tiempo.

Antes de empezar, dejemos tres cosas claras que voy a obviar:

Uno, eres un adulto (o al menos alguien en edad productiva).

Dos, en algún momento de tu vida has trabajado y recibido una remuneración.

Y tres, has tenido contacto con el dinero. Esos papelitos y metales que imprime el Banco de México y por los que, queramos o no, casi todos nos levantamos a diario.

Ahora viene la parte trillada, y no quiero que te me vayas:

Tenemos una pésima relación con el dinero.

Sí, cuando a la mayoría le dices "dinero", piensa en trabajo, compras, gastos, deudas... Pero eso es solo una versión distorsionada, que heredamos culturalmente y que nos resulta cómoda, aunque esté incompleta.

La verdad es que el dinero es tiempo.

Incluso si ese dinero lo "recibes gratis", como una beca o un subsidio, no es realmente gratis.

Ese dinero representa el tiempo de alguien más: de los que pagan impuestos y de los que contribuyen a la fuerza productiva.

Y si hay déficit (cuando se gasta más de lo que se recauda), representa el tiempo del futuro, porque alguien definitivamente tendrá que pagar esa deuda: con trabajo, con esfuerzo, con más tiempo.

Ya con esa relación tiempo-dinero en mente, viene la parte polémica.

El dinero fiduciario (sí, ese que usamos todos los días) no es otra cosa que tiempo arrebatado por el gobierno.

Y aquí va lo más cruel: Ese tiempo ya no lo vamos a recuperar nunca.

Desde que nacemos, ya le debemos tiempo a este gran reloj de arena llamado política monetaria y fiscal.

Y ojo, no te me pongas en modo defensa. Esto no es contra tu partido político favorito. Si dudas, copia y pega este texto en ChatGPT y pregúntale si tengo razón. 😏

Bien, sigamos.

Sabemos que el trabajo requiere esfuerzo, y que el esfuerzo necesita energía.

Entonces podemos decir que:

Trabajo = Energía / Tiempo

Ahora lo fuerte:

El tiempo es nuestro recurso más escaso.

No se recupera, no se almacena, no se repite.

Entonces:

¿Por qué cambiarías tu tiempo por una moneda que no representa el tiempo de quien la emite (o imprime indiscriminadamente)?

¿Por qué guardarías tu esfuerzo en algo que pierde valor con el tiempo (por el déficit, la emisión indiscriminada, la inflación, etc.)?

¿Por qué aceptar que el fruto de tu energía se deprecie porque alguien decidió emitir más?

Aquí es donde en esta historia entra Bitcoin.

Bitcoin es una invención rara, incómoda para muchos, pero brillante en varios aspectos:

  • No se imprime a voluntad, así que nadie puede diluir tu esfuerzo.
  • No responde a ningún político ni banco central, porque no necesita permiso de nadie para existir.
  • No depende de "confiar ciegamente" en una autoridad, un burócrata o una institución que cambia cada sexenio.
  • No es la deuda de ningún país, ni una promesa sujeta a votos o reformas.
  • Requiere energía real para existir (mucha), porque su valor está anclado en algo tangible: trabajo, tiempo, esfuerzo computacional.
  • Es escaso, transparente, y cualquiera puede verificarlo.
  • Y lo más importante: Nadie puede quitarte el tiempo que guardaste en él.

Bitcoin no es mágico. Tiene riesgos, claro. Pero a diferencia del dinero del gobierno, no está diseñado para robarte tiempo lentamente mientras sonríes creyendo que estás "ahorrando".

Es imperfecto, sí. Difícil de entender al principio, también.

Pero te obliga a pensar en lo más valioso que tienes: tu tiempo.

Y créeme: cuando lo entiendas, ya no vas a poder ver el dinero con los mismos ojos.

💡
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